Cada mañana a eso de las 8 me hago la misma pregunta: "¿Porqué cresta me metí a este curso?". Eso de levantarse como si fuera colegio, salir a tomar micro, ir al metro y leer en el intertanto unos apuntes inmensos es lo que menos me anima a salir de casa. Pero en cuanto llego a la facultad de "injeniería" me doy cuenta que vale la pena. A mis padres no les haría gastar plata por nada, por lo tanto la opción de faltar no es viable, así que aprovecho de aprender un poco de materia (clases de primer año de ciencias política) y analizar un rato al resto.
De esta manera es que llegado a una conclusión muy importante. La generación que yo creía de flojos definitivamente no lo es. Para que una persona se venga desde una región muy lejana (conozco gente tanto de Arica como de Punta Arenas) debe haber un interés educativo de por medio inevitablemente. Si ampliamos esto al espectro de casi 20 cursos llegamos en a comprender que el mito de la juventud que no hace nada y que no le importa ningún tema es una gran mentira. Definitivamente somos una generación con muchas ganas de aprender y contribuir al resto. Para que decir el ejemplo de por lo menos de la mitad de mi curso en trabajos de verano. Eso de vacaciones, playa, arena, carrete y demases al parecer no se da hasta principios de Febrero porque ya sé de varios casos de gente que deja 15 a 30 días afuera para hacer una actividad que no sea el ocio. Me alegra saber que no estoy inmersa en una cantidad de post púberes que solo cuidan el ombligo sino que se esfuerzan por aprender (educativamente o en el ámbito social) algo en sus momentos fuera de las obligaciones.
Así que en eso estoy, dando la cara por el futuro de Chile de una manera bastante egocéntrica (porque finalmente es sólo para mi en este momento) para después ver si pasar Maquivelo en mitad del verano me servirá de algo en un futuro.
Yo creo que sí. Lo demás queda a su juicio.